Cuál es su función en el organismo y por qué es tan importante controlarlo.
QUÉ TENER EN CUENTA
Los valores de colesterol, tanto el HDL como el LDL se alteran por ciertos factores o acciones, algunos modificables y otros no. El caso de la genética, por ejemplo, no es modificable, pero el diagnóstico temprano en la infancia de las Hipercolesterolemias familiares es fundamental ya que mejora notablemente el pronóstico con tratamiento hipolipemiante. Por otro lado, los hábitos alimentarios y el sedentarismo son cosas que están en nuestro ámbito de control. Los malos hábitos alimentarios como la ingesta de productos ultraprocesados, dieta rica en grasas animales y baja en fibra, entre otros, conllevan un incremento del LDL. Asimismo, el sedentarismo se asocia a niveles bajos de HDL. “Idealmente los valores de colesterol total deberían estar entre 150 y 200mg/dl, aunque estos valores deben adecuarse a la edad y enfermedades concomitantes del paciente por lo que la consulta con el médico es necesaria”, explica Di Lorenzo.
Tanto para la prevención como para corregir la dislipemia los hábitos alimentarios son fundamentales. Por eso se sugiere:
- Aumentar el consumo de vegetales, frutas, legumbres, granos enteros, frutos secos, fibra soluble y de algunos pescados.
- Limitar el consumo de grasa animal, incluidos los lácteos ricos en grasa como también los alimentos elaborados con azúcares.
- Mantenerse sin sobrepeso u obesidad.
- Realizar ejercicio físico regularmente.
- Evitar el tabaquismo.
A su vez, la especialista aclara que hay situaciones en las que se requiere medicación para lograr valores de colesterol adecuados y que los controles periódicos son indispensables. “Para sentirnos mejor encontrar la forma de seguir una alimentación saludable es primordial. Lograr un equilibrio sin caer en dietas mágicas y difíciles de sostener es fundamental para mantenernos sanos y fuertes. Generar hábitos saludables tanto de alimentación como de actividad física es la clave”, detalla la especialista.
AISLAMIENTO Y COLESTEROL
“La cuarentena, sin duda, ha repercutido en los hábitos de las personas: disminución de la actividad física, ingestas más desorganizadas tanto en horarios como en calidad y cantidad; aumento del consumo de alimentos conocidos como ´hedónicos´ (generalmente más ricos en grasas, sodio y azúcares); mayor consumo de alcohol. Y todo ello puede llevar a que los parámetros de laboratorio se alteren”, detalla Di Lorenzo.
Sin embargo, la especialista asegura que esta “nueva normalidad” nos da una oportunidad. ¿A qué se refiere? Podemos planificar el menú semanal; tenemos más tiempo para preparar las comidas; podemos seleccionar mejor y más conscientemente lo que vamos a comer y hacer. “También programar un momento del día para hacer ejercicio. En la planificación está el secreto. El cambio en la rutina de actividades podría incluso representar una oportunidad para dejar el hábito tabáquico. Siempre es importante contar con el asesoramiento de un profesional de confianza”, concluye.